«El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece» (Mc 4, 26-27). El núcleo del mensaje de Jesús es el Reino de Dios, del cual el Evangelio de Marcos quiere dar la buena noticia. Aquí es anunciado mediante una parábola, con la imagen del grano que, una vez echado en la tierra, desprende su fuerza vital y da fruto. Pero ¿qué es el Reino de Dios para nosotros hoy?, ¿qué tiene en común con nuestra historia personal y colectiva, constantemente suspendida entre expectativas y desilusiones? Si este ya está sembrado, ¿por qué no vemos sus frutos de paz, de seguridad y de felicidad? «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece». Esta Palabra nos comunica la confianza total de Jesús en el designio que Dios tiene sobre la humanidad: «[…] Por Jesús, que vino a la tierra, por su victoria, este Reino ya está presente en el mundo...